Iglesia Casa de mi Señor

Debemos enfrentar al enemigo, no pesados, dormidos, sino fortalecidos de haber estado en la presencia de un Dios Santo.

El Espíritu fue enviado por Jesús para ministrar a nuestros cuerpos y nuestras almas.

Quiero ser como Moisés, “quien no sabía que la piel de su cara resplandecía por haber estado hablando con Dios” (Ex. 34:29).

Haré un balance de mi “Haber” y lo invertiré todo en un solo Banco: La Corporación de Ahorro y Vivienda Celestial.

La vida cristiana suscita antagonismo y desprecio en algunos, pero produce en otros una sed desesperante de esa vida nueva que Dios está formando en mí.

Yo estoy bien con Dios eternamente y todo lo carnal y mundano ha sido eliminado de mi relación con Él. ¡Aleluya!

Ser un verdadero discípulo de Cristo exige que pueda ver lo vil del pecado antes y no después de que me haya hecho daño.

La batalla se gana o se pierde dentro y no fuera de mí.

La Palabra de Dios está llena de “señales divinas” enviadas personalmente a mí, pero el mensaje logra penetrar en mi vida solamente a medida que las sintonizo.