LA ASOMBROSA CRUZ
Hay un canto nuevo en mi ser, es la voz de mi Jesús,
que me dice: –Ven a descansar; tu paz conquisté en la cruz.
Algunos de los himnos más poderosos han surgido del dolor más profundo. Tal fue el caso del himno “Hay un canto nuevo en mi ser”, escrito por Luther B. Bridgers. Originario de Carolina del Norte, comenzó a predicar a la edad de diecisiete años. Se preparó en el seminario de Asbury y fue pastor y evangelista. Se casó y tuvo tres hijos.
El celo de Bridgers como evangelista a menudo requería que estuviera fuera de casa. Durante una ausencia del hogar en 1910, su esposa llevó a los niños a visitar a sus padres en Kentucky. Durante la noche, un vecino notó un voraz incendio que consumía la casa, y corrió alarmado a despertar a la familia. Los abuelos alcanzaron a salir a tiempo, pero la esposa y los hijos de Luther no pudieron ser rescatados y perecieron calcinados.
Cristo nos alienta en nuestras horas más oscuras y nos llena de esperanza. Y así consoló a Luther Bridgers. Su hermoso himno inspirador es testimonio de un corazón quebrantado que seguía en el servicio del Señor. Por muchos años, fue pastor en Kentucky, Georgia y Carolina del Norte, y predicó en servicios de evangelización en todo el sur de ese país. Después de la Primera Guerra Mundial, trabajó como misionero en Bélgica, Checoslovaquia y Rusia. Muchos encontraron perdón por la sangre de Jesucristo y hoy están en su presencia, esperando recibir un cuerpo incorruptible en su Segunda Venida. ¡Será una gloriosa reunión, junto con Bridgers y su familia!
Hay un canto nuevo en mi ser
#156 (CSG)
- Hay un canto nuevo en mi ser, es la voz de mi Jesús,
que me dice: “Ven a descansar; tu paz conquisté en la cruz”.
- Tengo de su gracia celestial, gozo en su santo amor;
y riquezas fluyen a raudal, desde el trono del Señor.
- Por las aguas hondas me llevó; pruebas en mi senda hallé;
do áspero sendero él me guió, más sus huellas seguiré.
- Cristo en las nubes volverá, bajo el bello cielo azul;
a su lado él me llevará a vivir en gloria y luz.
Coro:
Cristo, Cristo, Cristo, nombre sin igual,
llena siempre mi alma de esa nota celestial.
LETRA y MUSICA: Luther B. Bridgers, 1910, trad. H. Cotto Reyes.