Me salvó, me perdonó – 3 de Abril de 2022

LA ASOMBROSA CRUZ 

Que, por librar mi alma de muerte y pecado,

en el Calvario murió el Buen Pastor.

¿Disfruto del gozo del Señor o sigo con mi carga de pecado?

Señor, debo cuidarme con el fin de no poner demasiada atención a mi pasado a largo plazo. Sé que, para mi bien, tú me haces sentir tristeza y arrepentimiento por mi pecado, con el fin de que lo confiese ante ti y reciba perdón (Sal. 32:5, 1 Jn. 1:9).  

Una vez lo confiese, no debo seguir enfrascado en lo que pasó, aunque en algunos casos es necesario pedir perdón al que ofendí y buscar la reconciliación (Mateo 5:23,25) o saldar una deuda (Romanos 13:7,8).

Nehemías dio esta recomendación para un pueblo arrepentido: comer, compartir con otros y alabar al Señor, “porque el gozo de Jehovah es vuestra fortaleza” (Neh. 8:10).

Es necesario aceptar el perdón del pecado. Antes de su conversión el apóstol Pablo cometió graves pecados, pero recibió perdón y una nueva misión. Su carta a los filipenses habla de “olvidar lo que quedo atrás”, “seguir al llamamiento de Dios”, “regocijar” y “enfocar los pensamientos en lo bueno” (ver Filipenses 3:13-14; 4:4,8).

Debo evitar, como si fueran una plaga, a aquellas personas que quieren arrastrar mis pensamientos hacia lo negativo y vil, para siempre alabar a Dios.

 Hay quienes se creen “cristianos” que se ven amargados, sin disfrutar de la liberación que Dios ofrece a los que confiesan su pecado. Ellos necesitan arrepentirse por su propio bien y para no confundir al mundo.

Claro que nunca debo tratar el pecado a la ligera; pero tampoco dedicarle tanto tiempo, lugar y atención de modo que me esclavice.  Al pecado reconocido debo permitir solo el tiempo suficiente para que la redención divina haga su obra. Al estar limpio y sano, ¡no falta sino alabar, crecer y disfrutar de la fuerza y el poder de Dios en mi vida!  “Bienaventurado aquel cuya trasgresión ha sido perdonada, y ha sido cubierto su pecado” (Sal. 32:1).

¡Me salvó, me perdonó!

#332 (CSG)

  1. Vagaba por el mundo sin fe, sin esperanza,

no sabiendo que había un Salvador,

que, por librar mi alma de muerte y pecado,

en el Calvario murió el Buen Pastor. 

  1. Cuando desalentado estoy en esta vida,

con el alma imploro al Salvador,

pidiéndole me mande del cielo su consuelo 

para poder aguantar el cruel dolor. 

  1. Eres, Jesús, el lirio que perfumó mi vida;

Me libraste de toda iniquidad;

Pusiste en mi boca un canto de alabanza; 

Es mi anhelo cumplir tu voluntad. 

  1. Cerca de ti, oh Cristo, andar yo siempre quiero;

Me ampara tu sacrosanto amor;

Sin ti la vida es triste, muy llena de amarguras,

pero tú eres mi gran consolador. 

Coro: 

// Me salvó, me perdonó, mi Jesucristo me redimió. // 

Coro original:

(// Soy feliz, yo soy feliz, desde que Cristo me redimió. //)

LETRA: Autor descon., Latinoamérica, s. 20, coro adap. Oscar López M.