Cuaresma – 31 de Marzo
Así como Sansón, debo lograr más que simplemente matar al león; debo obligarlo a rendir su dulzura, la cual me hará más fuerte. Esa será mi meta: ¡convertir el mal en miel!
Iglesia cristiana fundada en Cúcuta (Colombia) por el misionero Timoteo Anderson y su esposa Lynn.
Así como Sansón, debo lograr más que simplemente matar al león; debo obligarlo a rendir su dulzura, la cual me hará más fuerte. Esa será mi meta: ¡convertir el mal en miel!
A San Pablo se le acusó de “loco” (Hch. 16:24). Aun sus mejores amigos no lograban comprender a Jesús.
La fidelidad no contempla riqueza, fama ni grandes hazañas. Pero sí da lugar al mayor de los cumplidos: “Pusiste atención a tu tarea y ¡la hiciste!” La fidelidad es uno de los atributos de Cristo.
Hay quienes parecen gozar de estarse examinando en su interior y sentirse muy pecadores. Al pecado no le debo permitir sino el tiempo suficiente para que la redención divina haga su obra.
Mis ofrendas de alabanza, oración, bienes y servicio deben ser examinadas a menudo, porque es demasiado fácil presentarlas en forma correcta, pero con el corazón vacío.
La historia sagrada nos cuenta de muchas personas que sí tuvieron esa actitud de mendicidad: Abel, la mujer siro-fenicia, el publicano y otros. Ellos recibieron la bendición, mientras que los que se jactaban de su auto-suficiencia se quedaron vacíos.
Lo sutil del pecado es lo que cierra mi “cuenta de ahorros” espiritual. El pecado no sólo me derrota, sino que quita mi armadura.
¿Pero él nos ama? ¡Eso sí e infinitamente! ¿Y nos cuida? ¡Con toda seguridad y no pasa por alto ningún detalle! ¿Protegidos y preservados? ¡Sin lugar a duda ya que así lo prometió! ¿Pero consentidos y mimados? ¡De ninguna manera! A Dios le dolería tener hijos egoístas e indisciplinados.
Son esos mínimos detalles los que Él usa para llevarme hacia su perfección.
Porción tomada del devocional «Celebrando a diario con el Rey» de W. Glyn Evans (c) 1996 Libros Alianza (Libros Cali) […]