Artículo 1. La IGLESIA CASA DE MI SEÑOR tiene un carácter religioso protestante cristiano, y el fundamento doctrinal de la IGLESIA CASA DE MI SEÑOR es la BIBLIA; por lo tanto, creemos en:
1. Santísima Trinidad. Creemos en un solo Dios, eternamente existente como Padre, Hijo y Espíritu Santo; pluralidad de unidad. (Deuteronomio 6:4; Mateo 3: 16-17; Juan 14: 9, 11, 16 y 17).
2. Creación. Creemos que Dios hizo el universo para su propia gloria, sin valerse de materiales ya existentes, y que el relato sobre la creación en el Antiguo y el Nuevo Testamento de la Santa Biblia, debe considerarse como una exposición teológica de la soberana intervención de Dios. Él dio origen a todas las cosas, las que hay en el cielo y las que hay en la tierra, visibles e invisibles. (Génesis 1:1; Juan 1:1-3; y Colosenses 1:17).
3. Los ángeles. Creemos que los ángeles fueron creados por Dios antes del ser humano; que hay diversidad de tipos; que son mensajeros que anuncian y ejecutan la Palabra de Dios; que son seres espirituales que pueden asumir forma corpórea; que adoran a Dios y no reciben adoración. Los humanos no nos convertimos en ángeles al morir (Colosenses 1:16; Lucas 1:19; Isaías 6:1- 3; Salmo 103:20; Hebreos 1:6-7;14; Apocalipsis 22:8-9; Hebreos 2:6-7).
4. Matrimonio. Creemos que Dios, al finalizar el resto de la creación, creó la primera pareja humana; varón y hembra los creó, y estableció la institución del matrimonio.
Creemos que el matrimonio cristiano es una relación sagrada, que significa la unión física, espiritual y sentimental de un hombre, según su ADN, y una mujer, según su ADN. Siendo una nueva familia, gozan de compañerismo, brindan ayuda mutua, disfrutan placer íntimo, y, en la mayoría de los casos, podrán tener descendencia biológica.
Creemos que la relación matrimonial bendecida por Dios se caracteriza por amor, fidelidad y respeto, siendo el esposo la cabeza del hogar, con la responsabilidad ante el Señor de velar por el bienestar integral y el crecimiento espiritual de su familia, junto con su esposa como ayuda idónea. El ejemplo para seguir es el amor sacrificial, servidor y purificador de Cristo por la Iglesia. La Biblia ofrece instrucción precisa para las relaciones familiares; y la Iglesia, guía y ayuda.
Creemos que la unión libre es una contradicción de conceptos, ya que unión significa compromiso; y libre, que puede separarse cuando quiera. Una pareja que ha optado por convivir sin ser casada necesita examinar su motivación y lo que es el verdadero amor.
Creemos que la Biblia enseña que el divorcio ocurre por el egoísmo, la dureza de corazón y muchas veces por prácticas pecaminosas; produce mucho daño en la familia, que se podría evitar buscando el perdón, la reconciliación y la corrección del distanciamiento espiritual y emocional.
Creemos y observamos que la poligamia produce celos, rivalidades, profunda tristeza, problemas económicos, y no permite atender adecuadamente a los hijos ni darles buen ejemplo. Dios creó la relación de un hombre y una mujer para ser fieles. Pasajes bíblicos advierten lo dañino que resulta, sin excepción, la poligamia.
Creemos en una soltería casta y responsable, por vocación o por circunstancias de la vida, bien sea temporal o permanente (Génesis 1:27- 28; Efesios 5:21, 23, 25-26, 33; Proverbios 5:18-19; Hebreos 13:4; Salmos 127:3; 1Tesalonisences 4:3-5; Mateo 19:4-9; 1Samuel 1:2,6,10 y 20; 2 Samuel 13:1,12,14-15,22,28; 1Corintios 7:32; y Mateo 19:12).
5. Identidad y obra de Jesús. Creemos en el nacimiento virginal de nuestro Señor Jesucristo, su deidad y humanidad, sin pecado; su sangre derramada en la cruz para expiación y salvación eterna de los pecadores; su resurrección corporal; su preeminencia como Cabeza de la Iglesia; y su segunda venida personal e inminente (Isaías 7:14; Lucas 1:31, 34- 35; Colosenses 1:17-20; 1Pedro 1:3-4; 2:21-22; Hechos 1:10-11; Apocalipsis 22: 20).
6. Humanidad Perdida. Creemos que a causa del pecado la humanidad está separada de Dios y de su gloria, sin vida espiritual; que la muerte expiatoria de Cristo es el único medio de perdón y salvación; que los que creen en Jesucristo como Salvador son renacidos por el Espíritu Santo y llegan a ser hijos de Dios; y que la realidad de la resurrección de Cristo asegura la esperanza de vida eterna (Juan 1:12; Romanos 3:23; 5:8-9; 6:23; Tito 3:4-7; Juan 3:3, 6 y 16; Juan 11:25-26; 1 Juan 5:11-12; Juan 14:6; y Efesios 2:8- 9).
7. El Espíritu Santo (el Consolador). Creemos que el ministerio del Espíritu Santo es convencer al mundo de pecado, justicia, y juicio; glorificar al Señor Jesucristo; morar en los creyentes, guiando, llenando, dando fruto, y dones para la edificación de la Iglesia; y dar poder al creyente para evangelizar y hacer la voluntad de Dios. Al recibir la salvación por fe en Cristo, los creyentes a la vez son sellados y bautizados por el Espíritu Santo, manifiestan su llenura andando como hijos de luz, agradando al Señor (Juan 16:7-8, 13-14; Romanos 8:14; Hechos 1:8; Romanos 8:9; 1 Corintios 6:19-20; Gálatas 5:22-23; Romanos 12:4-8; 1 Pedro 4:10 Efesios 1: 13- 14).
8. Milagros, oración e intercesión. Creemos que un milagro es una gracia de Dios que no tiene explicación natural. Durante la creación del mundo, en tiempos de Moisés, Elías y Eliseo, y durante el ministerio terrenal de Jesucristo y el de los apóstoles, hubo muchos milagros que comprobaron el poder de Dios directamente y la autoridad espiritual a través de sus siervos.
Creemos que Dios no siempre, en los casos de sufrimiento, peligro u opresión, interviene para sanar, proteger y librar, porque Él obra con perspectiva completa y eterna. Por eso, podemos orar con fe por un milagro según su santa voluntad, sin declarar que Dios tiene que obrar tal como lo pedimos. La gracia del Señor basta para las situaciones difíciles que Él permite.
Creemos que Jesucristo y el Espíritu Santo interceden por nosotros, sin que medien personas, dinero, obras o sacrificios (Hechos 7:35-36; 1Reyes 17:13- 16; 22-24; Lucas 4:25-27, 38-41; Juan 10:38 parte b; Hechos 5:12,16; 8:13, 20; Hechos 14:22; Romanos 8:26-28; 34; Santiago 1:2-4; 2Corintios 1:3-4; 4:16- 18; 12:8-9; Hechos 14:22; 1 Pedro 4:19).
9. La Biblia. Creemos que la Biblia es Palabra de Dios escrita en lenguaje humano a través de largos años, y es la autoridad suprema. Es la compilación de la historia de la fe (desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura), que nos ha sido dada a través de narraciones, profecías, poesías y sabiduría; que consta del Antiguo y Nuevo Testamentos (66 libros) y que Cristo es la revelación del plan de Dios en el Nuevo Testamento.
Creemos que a través de su lectura Dios nos enseña, nos corrige, y nos da fortaleza, esperanza y sabiduría. Debemos meditar en ella para crecer en la fe, obedeciendo sus preceptos.
Creemos que la Palabra de Dios permanece para siempre, y sus principios no cambian (Hebreos1:1-2; 2Timoteo 3:14-17; 2Pedro 3:1-2; Romanos 15:4; Salmo 119:9, 11, 27-28, 103-105; 1Pedro 1:25).
10. La Iglesia Universal y local. Creemos que la santa Iglesia universal es invisible, porque consiste en la unión de todos los creyentes en Cristo Jesús de cualquier lugar o época.
Creemos que las iglesias locales actuales están conformadas por creyentes (pecadores perdonados) que se congregan en el nombre del Señor, donde pueden adorar, servir, ser exhortados y motivados a amar. Son el Cuerpo de Cristo, del cual Él es la cabeza. La Iglesia es sal y luz, y, capacitada por el Espíritu Santo, manifiesta el amor de Dios al mundo (Hebreos 11:1-2, 13-14, 16; 12:1; Efesios 2:20; Hechos 2:47; Mateo 5:13-16; y Hebreos 10:23- 25).
11. Adoración, liturgia y ofrendas. Creemos que adorar es entregarnos por completo a Dios; es permitir que su santidad despierte y vivifique nuestra conciencia; es nutrir la mente con su verdad; es abrir el corazón a su amor, y rendir nuestra voluntad a la suya.
Creemos que es un gran privilegio y un sagrado deber reunirnos como familia para adorar a Dios, comunicándonos con Él en oración, cantando y escuchando su Palabra.
Creemos que nuestra adoración debe ser reverente, y que se ofrece en espíritu y verdad, con gratitud, dando sumo honor a nuestro Creador y Salvador.
Creemos que nos congregamos para alabar a Dios y recibir de Él su gracia, orientación, fortaleza y consuelo, enfocándonos en la encarnación, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, como también en otros temas especiales; y, además, edificarnos en comunión como hermanos en Cristo.
Creemos que la Biblia habla del canto coral y el acompañamiento instrumental practicados con excelencia en la adoración, e indica en el Nuevo Testamento tres categorías para el canto que reflejan principios bíblicos y la llenura del Espíritu Santo: Salmos (letras bíblicas), himnos (contenido doctrinal) y cánticos espirituales (testimonio sencillo de gratitud).
Creemos que las ofrendas son el producto de un corazón agradecido por la provisión del Señor; son voluntarias, y tienen como fin el sustento de la Iglesia local, los distintos ministerios y la ayuda a los necesitados (Hechos 2:42, 46- 47; Hebreos 12:2, 1 Corintios 15:3-6; Hebreos 13:21; 10:19-22; 1Crónicas 23:4- 5; 2 Crónicas 29:28; Nehemías 7:66-67; Juan 4:23-24; Colosenses 3:16- 17; Efesios 5:17-19; 1Corintios 16:2; y 2Corintios 9:7).
12. Un Nuevo Pacto, dos mandamientos. Creemos que Jesús estableció un nuevo pacto en su sangre a favor de todos aquellos que creen en Él, cumpliendo todos los mandamientos de la Ley de Dios (morales, ceremoniales y sociales) y resumiendo el Decálogo en dos: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente; y amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas (Gálatas 3:23-26; Mateo 22:37-40; Romanos 1:17).
13. Institución de dos ordenanzas. Creemos que Jesucristo instituyó dos solemnidades como ordenanzas para los creyentes: el bautismo y la comunión de la Santa Cena (Mateo 28:19; 1 Corintios 11:23-26).
14. El Bautismo. Creemos que el bautismo en agua es para creyentes, el cual debe hacerse en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; que puede ser por inmersión o por aspersión, siendo por inmersión lo preferente. Quien se bautiza cree que Cristo murió por sus pecados y resucitó; que, así como Cristo murió y resucitó, también resucitará para vida eterna; que, por fe en Cristo, ha muerto al pecado, y ha resucitado para una vida nueva; y que debe morir a la carne (negarse a sí mismo) y vivir en obediencia a la voluntad de Dios (Hechos 8:30; 34-38; Romanos 6: 3-11).
15. La Comunión de la Santa Cena. Creemos que la Santa Cena es una solemnidad sagrada instituida por Jesús, que consta de dos elementos en memoria de Él: el pan, que representa el cuerpo de Cristo entregado por su Iglesia; y la copa, la sangre del Nuevo Pacto derramada en nuestro favor.
Creemos que la Santa Cena incluye la comunión del creyente con Cristo y con su Iglesia; que en ella se recuerdan su obra redentora en la cruz y la promesa de su segunda venida; y, siendo un momento tan sublime, es un deber y un privilegio participar de ella, examinando previamente su vida (1 Corintios 11:27-31 y 34: 1 Corintios 10:16-17).
16. La Gran Comisión de Cristo. Creemos que la Gran Comisión de Cristo dirigida a los creyentes es una forma de glorificar al Señor, dando a conocer el Evangelio en su entorno y a todas las naciones, y haciendo discípulos.
Creemos que es un deber de la Iglesia apoyar la Gran Comisión, orando, enviando y sosteniendo (Mateo 28: 18-20; 15:8; 17: 17-18).
17. La Profecía. Creemos que la profecía escrita en la Biblia proclama la voluntad de Dios para edificar, exhortar y consolar a su pueblo; que quienes predican conforme a los escrito en La Biblia, profetizan.
Creemos que el Señor ha dado a conocer su voluntad, en el Antiguo Testamento a través de los profetas (oficio que tuvo su cumplimiento y culminación en Jesucristo); en el Nuevo Testamento, por medio de los apóstoles (quienes sentaron las bases doctrinales de la Iglesia); y, a partir del primer siglo, a través de la Biblia su Palabra escrita (Hebreos 1:1-3; 2 Pedro 1:19; Apocalipsis 22:16-18 y 20; 2 Pedro 1:21; 1 Corintios 14:3; 2 Corintios 2:17; 4:1-2; 5-6; Mateo 24:11; Deuteronomio 18:20; Gálatas 5:19- 21).
18. La Resurrección. Creemos en la resurrección: que los creyentes en Cristo resucitarán con cuerpos glorificados, para gozo eterno; que los no creyentes, quienes rehusaron creer en Cristo durante su vida terrenal, resucitarán para condenación (pena de eterna perdición), separados de Dios para siempre (1 Pedro 1:3-5; Filipenses 3: 20-21; 2 Tesalonicenses 1:6-9; 2 Corintios 5:1; 8-10; Romanos 14:12; Hebreos 9:27; Apocalipsis 21:7-8, 23 y 27).
19. Satanás y su séquito. Creemos que, tal como la Biblia lo dice, Satanás existe, y, como ángel caído y rebelde, procura fomentar el mal; que su poder es limitado, y puede ser resistido estando firmes en la fe y en la Palabra de Dios. Con sus tácticas, busca tentar, oprimir y hasta poseer a las personas, y obstaculizar el crecimiento de la Iglesia. Ha sido vencido por Jesucristo Resucitado y será castigado eternamente junto con sus seguidores (Apocalipsis 12:7-9; 1Pedro 5:8-9; Efesios 6:10-17; Juan 10:1, 7 y 10; Lucas 8:1- 2; Juan 8:42-44; Juan 8:31-32 y 36; Efesios 4:24-27; 1Juan 3:8; Hebreos 2:14- 15; 2Corintios 11:14; 1Juan 4:3-4; 1Pedro 5:8-10; y Apocalipsis 12:10).
20. El ser humano, su carácter y conducta. Creemos que la Biblia, siendo Palabra de Dios dada al ser humano, es el manual por excelencia para comprender y practicar la ética y la moral cristianas.
Creemos que el ser humano es único en la creación, formado por una parte tangible (cuerpo), y una intangible (espíritu-alma). La parte tangible es finita y corruptible; y la intangible, eterna. El espíritu depende de la comunión con Dios, y de ello depende, a su vez, el alma que tiene que ver con los pensamientos e intenciones y las decisiones para la vida.
Creemos que la Biblia enseña verdades absolutas, aunque la sociedad celebre el relativismo en todas las áreas de la vida. El creyente en el Señor, controlado por el Espíritu Santo, lo honra en su carácter y conducta. Sin el Espíritu Santo, el ser humano es controlado por sus propios deseos y voluntad.
Creemos que la oración y el estudio de la Biblia proveen un discernimiento adecuado para separar el bien del mal, y para actuar con ética y valores cristianos, teniendo en cuenta que, después de la muerte, habrá una rendición de cuentas ante el Señor (1 Tesalonicenses 5:23; 2 Corintios 10:5; Filipenses 4:8; 1 Juan 2:15-17, 5:3; 1 Corintios 3:16-17; Efesios 5:6-11, 15-16; Santiago 3:13-18; Gálatas 5:1; 16, 19-21; Mateo 6:19-24; 1 Corintios 3:11-14; Romanos 14;10 y 12; 1 Corintios 13:4-7; Gálatas 6:7-10; Romanos 14:19; 1 Corintios 15:33; Efesios 4:29-32; Gálatas 6:2-5; 1 Tito 6:6-11; 17-19; Romanos 12:1- 2; 1 Tesalonicenses 5:21-23).