LA ASOMBROSA CRUZ
Junto a la cruz de Cristo yo quiero siempre estar,
avergonzado de mi mal, mi gloria es ya la cruz.
La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios...
1 Cor 1:18
La primera estrofa de este hermoso himno termina con: “en medio del desierto aquí, allí encuentro hogar do del calor y del trajín yo pueda descansar”. Algunos han querido ver en estas palabras de Elizabet un escapismo, tal vez anhelando seguir el ejemplo inútil de Palemón el Estilita, quien en la antigüedad quiso burlar las astucias del demonio, y encontrar santidad en el desierto. ¡Nada más lejos de la verdad!
A pesar de su precaria salud y fragilidad, Elizabet Clephane merecidamente se había ganado el apodo rayo de sol (sunbeam) por su manera de ser tan feliz y bondadosa. Atendía, según sus posibilidades, a toda persona que necesitara su ayuda en su pueblo y comarca de Escocia. No se enfocaba en sus dolores y debilidad, sino en cómo podría amar y servir a los demás. Falleció a los 39 años, pero antes de morir escribió este himno, que se ha cantado durante 150 años en varios idiomas. Más que una declaración teológica, Junto a la cruz de Cristo es una poesía cuyos imágenes y simbolismo comunican lo que sentía una persona muy conocedora de las Escrituras, que confiesa haber hallado completa y dulce paz; y su gloria es ya la cruz de su Salvador.
Hija del alguacil del condado, Clephane se crío cerca del puente cubierto descrito en las obras del famoso escoces, Sir Walter Scott. Algo de esa capacidad del escritor para comunicar sus sentimientos en poesía descriptiva, lo habría absorbido la joven, y lo usó con mucha efectividad en sus himnos, con frases como:
..mi alma albergue fuerte y fiel..
..en medio del desierto aquí encuentro hogar..
..del calor y del trajín yo pueda descansar..
..no busco bendición mayor que la de ver tu faz..
..sin atractivo el mundo está, ya que ando por tu luz..
Junto a la cruz de Cristo
#207 (CSG)
- Junto a la cruz de Cristo yo quiero siempre estar,
pues mi alma albergue fuerte y fiel allí puede encontrar.
En medio del desierto aquí, allí encuentro hogar
do del calor y del trajín yo pueda descansar.
- Bendita cruz de Cristo, a veces veo en ti
la misma forma en fiel visión del que sufrió por mí;
Hoy mi contrito corazón confiesa la verdad
de tu asombrosa redención y de mi indignidad.
- Oh, Cristo, en ti he hallado completa y dulce paz;
No busco bendición mayor que la de ver tu faz;
Sin atractivo el mundo está, ya que ando por tu luz;
avergonzado de mi mal, mi gloria es ya la cruz.
LETRA: Elizabeth C. Clephane, 1872, trad. G.P. Simmonds