LA ASOMBROSA CRUZ
Fuiste inmolado por nuestro pecado, moriste en nuestro lugar;
y con tu sangre nos redimiste, ¡Digno eres, Señor!
¿Cuál es el verdadero significado de la cruz? Algunas personas tienen un crucifijo en una pared de la casa, otros llevan una cruz de una cadena alrededor de su cuello. ¿Qué es la cruz para ti? Cuando crucificaron a Jesucristo, la cruz no fue de oro ni de plata, sino un poste de madera con una barra transversal. Es símbolo para el castigo de muerte, pero en cuanto a nuestro Salvador, allí cambió la muerte en vida, el odio en amor, la acusación en perdón, el pecado en pureza, la derrota en victoria. La forma tan cruel de ejecución ¡se ha convertido en símbolo de la misericordia divina!.
1.) La cruz significa amor.
Cristo murió por los pecadores… por las personas alejadas de Dios. No murió por obligación, fue una elección hecha en amor.
Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8).
Jesús todavía ama a los pecadores… El mensaje de la Cruz sigue siendo de perdón para aquellos que no lo merecen. Sobre todo, la Cruz es un símbolo de amor sobrenatural.
Jesús me ama
#573 (CSG)
- Jesús me ama, vino a salvarme, Jesús me ama,
murió por mí; Por eso canto siempre,
“El me ama, Jesús me ama, mi Salvador”.
- Yo era preso del vil pecado, yo era preso,
más me libró; Por eso canto siempre,
“El me ama, Jesús me ama, mi Salvador”.
- Lo que merezco es el castigo, lo que merezco,
Jesús pagó; Por eso canto siempre,
“El me ama, Jesús me ama, mi Salvador”.
- Ahora entrego mi vida y alma,
ahora entrego todo al Señor;
Por eso canto siempre,
“El me ama, Jesús me ama, mi Salvador”.
LETRA: August Rische, s. 19, trad. Roberto C. Savage. MUSICA:
2.) La Cruz es personal.
En la mayoría de las religiones, la gente se esfuerza por cumplir ritos y hacer “buenas obras” para complacer a un dios distante y ganar favores. El cristianismo es la única fe en la que Dios todopoderoso se acerca ofreciendo perdón y comunión. Nuestra respuesta a Dios, nuestro Creador, es conocerlo personalmente, a través de Jesús, quien murió para quitar la barrera del pecado.
3. La Cruz es humildad voluntaria.
Cristo fue a la cruz para dar su vida por nosotros. Filipenses 2:5-8 dice:
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Como cristianos, debemos entregar nuestra voluntad al Señor. La oración del creyente debe imitar a la de Cristo: “No se haga mi voluntad sino la tuya”.
Filipenses 3:10 dice así: Quiero conocerlo a él y el poder de su resurrección, y participar de sus padecimientos hasta llegar a ser semejante a Él en su muerte.
Estar en la voluntad de Dios no es algo pasivo. Es un acto de la voluntad.
4.) La Cruz fue profetizada.
Hay muchas profecías acerca de la Cruz en la Biblia. Desde el principio de los tiempos, Dios había estado planeando rescatar a la humanidad de las garras del mal mediante la muerte de su Hijo en una cruz.
Él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. Por darnos la paz, cayó sobre él el castigo, y por sus llagas fuimos curados (Isaías 53:5).
La redención fue profetizada.
5.) La cruz es definitiva.
Muchos se aferran a las heridas, el dolor y los problemas del pasado. Ya no deben quitar nuestra paz, porque Jesús se los ha llevado. La deuda está pagada. Mira a la Cruz y recibe tu salvación.
Señor, digno eres de recibir la gloria, la honra y el poder. (Apocalipsis 4:11) porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje, lengua, pueblo y nación. (Apocalipsis 5:9).
¡Digno Eres!
#233 (CSG)
- Digno eres, digno eres, digno eres, Señor,
digno de gloria, gloria y honra, gloria y honra y poder.
Pues todas las cosas por ti fueron hechas, existen por tu voluntad;
Todo lo creaste para tu gloria, ¡Digno eres, Señor!
- Digno eres, digno eres, digno eres, Señor,
de la riqueza, la fortaleza, de alabanza y honor.
Pues fuiste inmolado por nuestro pecado, moriste en nuestro lugar;
y con tu sangre nos redimiste, ¡Digno eres, Señor!
LETRA y MUSICA: Pauline M. Mills, 1963, trad. Comité de Celebremos