Cuando mis luchas terminen – 25 de Marzo de 2022

LA ASOMBROSA CRUZ

Cristo murió en la cruz como sacrificio puro para redimir pecadores. Esa redención quita la condenación y hace posible enfrentar la muerte con paz y la plena esperanza de vida eterna. 

Muchos himnos expresan esta verdad reconfortante y hablan de “Gloria”. Para algunos la gloria significa la presencia del Señor en el cielo. Para otros “gloria” también es sobrenatural placer y celebración. Da el sentido de brillante luz, el máximo bien. 

Charles H. Gabriel escribió en el año 1900 acerca del más allá de la muerte como “gloria sin fin” en su himno Cuando mis luchas terminan. Las tres estrofas finalizan con la misma exuberante frase: ¡Gloria por siempre será para mí!  Y en el coro se repite la palabra “gloria” en dos voces.

Esa gloria que sentiremos en la presencia de Cristo se debe a su VICTORIA. Sí, él fue victorioso sobre la muerte y la oposición satánica, ofreciendo perdón y vida eterna.

1 Juan 3:5 y 8 explican que para esto apareció el Hijo de Dios, “para quitar nuestros pecados” y para “deshacer las obras del diablo”. Leamos Juan 5:11: Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo, luego cantemos, alabando al Señor con gozo por su victoria. 

Cuando mis luchas terminen aquí.

#568 (CSG)

  1. Cuando mis luchas terminen aquí 

y ya seguro en los cielos esté, 

Cuando al Señor yo contemple allí, 

¡Gloria por siempre será para mí! 

Coro: 

¡Esa será gloria sin fin, 

¡Gloria sin fin, gloria sin fin! 

Cuando por gracia su faz pueda ver, 

¡Gloria por siempre por mí ha de ser! 

  1. Cuando por gracia yo pueda tener 

en sus mansiones morada de paz, 

Cuando por siempre su faz pueda ver, 

¡Gloria por siempre será para mí! 

  1. Gozo infinito será contemplar 

a los salvados que allí estarán, 

Más la presencia de Cristo gozar, 

¡Gloria por siempre será para mí! 

LETRA y MUSICA: Charles H. Gabriel, 1900, trad. Vicente Mendoza,

La Palabra de Dios, especialmente en el evangelio y las epístolas de Juan, pone muy claro que la obra de Jesucristo es muestra del inmenso amor de nuestro Señor. Sin la cruz y la resurrección no habría victoria ni gloria. Pero, sí murió, y sí resucitó, y ascendió al cielo, donde prepara un hermoso lugar para los creyentes (Juan 14:1-3). Intercede por nosotros (Romano 8:34) y vendrá por segunda vez (Apocalipsis 22:12). ¡AMOR, VICTORIA, GLORIA! Una poesía escrita por un contemporario del autor de Cuando mis luchas terminen, Samuel Trevor (1834-1925), nos ayuda a meditar en el gran amor de Dios:

El profundo amor de Cristo es inmenso, sin igual;
Cual océano sus ondas en mí fluyen, gran caudal.
Me rodea y protege la corriente de su amor,
siempre guiando, impulsando, hacia el celestial hogar

El profundo amor de Cristo digno es de loor y prez,
¡Cuánto ama, siempre ama, nunca cambia, puro es!
¡Cuánto ama a los suyos, por salvarlos él murió!
¡Intercede en el cielo por aquellos que compró!

El profundo amor de Cristo, grande, sin comparación,
es refugio de descanso, es un mar de gran bendición.
El profundo amor de Cristo es un cielo para mí;
Me levanta hasta la Gloria, pues me lleva hacia Ti.
¡El profundo amor de Cristo es inmenso sin fin!