LA ASOMBROSA CRUZ
Grandes, fieles, (grandes, grandes, fieles son),
las promesas que el Señor Jesús ha dado;
Grandes, fieles, (grandes, grandes, fieles son),
en ellas para siempre confiaré.
Coro: por R. Kelso Carter
En tremendo logro, hoy hace 565 años, las promesas bíblicas fueron hechas accesibles para la lectura en familia. Johannes Geinsfleisch zur Laden zum Gutenberg entregó la primera Biblia impresa con tipos movibles. Hasta el 22 de marzo de 1457, el Libro Sagrado solo se copiaba a mano, tarea demasiada costosa, porque exigía un año de trabajo. Las pocas Biblias sobrevivientes de Gutenberg después de tantos siglos, valen millones de dólares.
En esa época las Biblias se vendían por 30 florines, que era el salario de tres años para un empleado medio. Requería un esfuerzo grande y paciencia para adquirir una. Damos gracias a Dios por las organizaciones como La Sociedad Bíblica que actualmente ponen al alcance de las personas ediciones hasta por menos de un sueldo diario. La imprenta transformó la literatura.
Gutenberg nació en Maguncia, en lo que es Alemania, en 1400. Su apellido verdadero era Gensfleisch, que en el dialecto alemán renano significó carne de ganso. Es entendible que Johannes optó por Gutenberg como su apellido, y es honrado en la historia, con especial gratitud por la Biblia impresa.
El tema principal de las Escrituras es la Salvación en Jesucristo, promesa cumplida en la cruz. De tantos himnos que celebran el mensaje del libro más leído, el favorito de muchos es Todas las promesas, que escribió R. Kelso Carter. Como estudiante de 15 años Kelso recibió a Jesucristo como Salvador en un grupo de oración. Se preparó y fue ordenado como pastor.
A los dos años de graduarse de la Academia Militar de Pensylvania, teniendo apenas 20 años, esa institución nombró a Carter como profesor de química y ciencias naturales. Siguió estudiando hasta dominar otras carreras, y llegó a ser también el titular para los cursos de ingeniería civil y matemáticas avanzadas. Practicó la medicina como profesión durante sus últimos años en su ciudad natal de Baltimore.
A pesar de haber sido atleta sobresaliente cuando joven, empezó a sufrir enfermedad: tuvo frecuentes ataques de paludismo. Carter tomó un tiempo sabático, y con el fin de recuperar su salud, pastoreó ovejas durante 3 años en California, antes de regresar a su alma mater como profesor.
Además de ser excelente pedagogo, tenía habilidades como poeta y compositor. Colaboró en la compilación de varios himnarios, siendo co-editor de Himnos de la Vida Cristiana cuya edición de 1891 incluía 68 de sus melodías y 52 de sus himnos. Hoy le apreciamos especialmente por la letra y música del himno #273 (CSG) Todas las promesas.
Al cantar, nos recuerda que nuestra estabilidad durante esta vida, así como nuestra confianza para la eternidad, se basan en las promesas de Dios en su Palabra. Todos pasamos por tiempos cuando los problemas parecen ser demasiado grandes. No obstante, esas situaciones nos ayudan a afianzarnos en el Señor, así como en sus promesas. Cantemos con gozo…
Todas las promesas del Señor Jesús son apoyo poderoso de mi fe;
Mientras luche aquí buscando yo su luz, siempre en sus promesas confiaré.
Todas las promesas para el hombre fiel, el Señor en sus bondades cumplirá,
Y confiado sé que para siempre en él, paz eterna mi alma gozará.
Todas las promesas del Señor serán gozo y fuerza en nuestra vida terrenal;
Ellas en la dura lid nos sostendrán, y triunfar podremos sobre el mal.
Grandes, fieles, grandes, grandes, fieles son,
Las promesas que el Señor Jesús ha dado;
Grandes, fieles, grandes, grandes, fieles son,
En ellas para siempre confiaré.
LETRA y MUSICA: R. Kelso Carter, 1886, trad. Vicente Mendoza.