Te loamos, oh Dios – 20 de Marzo de 2022

LA ASOMBROSA CRUZ

Te loamos, Jesús, Quien tu trono de luz

has dejado por darnos salud en la cruz.

Guillermo (William P.) Mackay nació en Montrose, Escocia.  A los 17 años, fue a estudiar a la universidad, aunque su madre muy piadosa, no quería que fuera por temor a que se extraviara de la fe.  Al final confió a su hijo en las manos del Señor, regalándole una Biblia, con los nombres de los dos y un versículo bíblico en la página de presentación. 

El joven viajó y fue aceptado para estudiar medicina.  Demasiado pronto se hizo amigo de compañeros poco recomendables. Un día, durante una de sus frecuentes borracheras, empeñó la Biblia que su madre le había dado para poder comprar más trago. A pesar de sus malos hábitos, se convirtió en médico exitoso, llegando a ser director del hospital más importante de Edimburgo.  Abandonó del todo los principios bíblicos de su crianza en un hogar cristiano para ser elegido presidente del principal club de ateos en la ciudad. 

Sin embargo, Dios tenía otro plan para Guillermo y su madre oraba por él. Un día, un moribundo accidentado fue internado bajo el cuidado del Dr. Mackay. El paciente, al enterarse de que le quedaban sólo pocas horas de vida, le rogó a Mackay: -Por favor doctor, avise a la dueña de mi apartamento y que traiga mi libro-.  El médico estuvo de acuerdo, y al poco rato la señora llegó con el tal “libro”, que resultó ser una Biblia.

Horas más tarde el paciente falleció.  Al Dr. Mackay le dio curiosidad en cuanto a qué tipo de libro sería tan especial para el moribundo.  Le preguntó a la enfermera, -¿Qué libro pidió nuestro paciente?  ¿Era su libreta bancaria o acaso su directorio de chicas?-  La enfermera respondió: -No, nada de eso. Debe estar todavía bajo la almohada-. El médico lo sacó y al abrirlo en la página dedicatoria, asombrado vio que era la misma Biblia que había recibido de su madre, y que años atrás había empeñado para comprar unos tragos. Leyó su nombre, el nombre de su madre y el versículo que ella había escrito al despedirle para ir a la universidad. 


Totalmente abrumado, guardó la Biblia dentro de su uniforme de médico y corrió a su consultorio. En esa oficina, el doctor Mackay, que se había convertido en ateo, se puso de rodillas clamando a Dios misericordia y que lo perdonara por su vida pecaminosa. Mientras oraba, se acordó de Juan 3:16 que su madre le había enseñado: De tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna.

Muy feliz, el Dr. Mackay se puso en contacto con su madre para contarle de su experiencia y de cómo el Señor había usado esa misma Biblia que le había regalado para contestar sus oraciones de manera tan espectacular. Enseguida la vida de Mackay demostró gran cambio, porque la Palabra de Dios asegura: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí, todas son hechas nuevas. (2 Corintios 5:17). 

Por la gracia de Dios, Guillermo Mackay, médico mundialmente reconocido en su tiempo, además fue un predicador presbiteriano amado, autor y compositor. Entre sus hermosos himnos, todavía seguimos cantando Te loamos, oh Dios

Te loamos, oh Dios

#73 (CSG)

Por William Mackay, 1863

  1. Te loamos ¡Oh Dios! con unánime voz, 

porque en Cristo tu Hijo nos diste perdón. 

Coro: 

¡Aleluya! te alabamos, ¡Cuán grande es tu amor! 

¡Aleluya! te adoramos, bendito Señor. 

  1. Te loamos, Jesús, Quien tu trono de luz 

has dejado por darnos salud en la cruz. 

  1. Te damos loor, Santo Consolador, 

Quien nos llenas de gozo y santo valor. 

  1. Unidos load a la gran Trinidad, 

que es la fuente de gracia, virtud y verdad.