Estoy bien – 8 de Marzo de 2022

LA ASOMBROSA CRUZ  7

Cuando el apóstol Pablo estaba en una cárcel romana, agradeció a los creyentes de Filipos su preocupación por él, y les aseguró; “He aprendido a estar contento en cualquier circunstancia” (filipenses 4:11).

Pablo estaba hablando de una quietud interna del corazón, dada sobrenaturalmente, que se somete a Dios gustosamente en toda circunstancia. La serenidad no tiene nada que ver con sentir lastima de sí mismo debido a los barrotes de una prisión, las dificultades físicas y el dolor emocional. Tiene que ver con no permitir pensamientos negativos, malhumorados, ni preocupaciones que solo conducen a un estado mental frenético. Leamos filipenses 4:4-8 y practiquemos sus enseñanzas.

El contentamiento es resultado de un espíritu sosegado que es capaz de guardar silencio mientras soporta el sufrimiento. Pablo aprendió a estar tranquilo en cualquier situación, una elección difícil.

Recomendó en el capítulo 2 de su carta a los filipenses a recordar la humillación y exaltación de cristo y su consuelo para nosotros. 

En el Nuevo Testamento la palabra original para “contentamiento” lleva la idea de suficiencia, como cuando Pablo también escribió: La gracia de Dios basta, porque su poder se perfecciona en mi debilidad (2 Corintios 12:9). El secreto de Pablo fue simplemente aprender a apoyarse en el Señor Jesús.

La fuerza de Dios obra en nosotros en el momento en que ejercitamos fe para la tarea. Él te da la habilidad para callarte cuando sientes que tienes motivos para quejarte; imparte el amor para querer velar por el interés de los demás antes que por el tuyo propio; te recuerda himnos que te animan a elegir una actitud positiva cuando te despiertas cansado por la mañana. Él te da la perspectiva eterna para poder decir “estoy bien”.

Sorprendentemente, este himno ESTOY BIEN, no es sobre sentimientos pasajeros, ni emociones subjetivas. En cambio, el enfoque del autor era una realidad espiritual objetiva que lo anclaba en todo momento, si estuviera experimentando mucha paz, o si un mar de aflicción lo abrumaba. En medio de esos extremos, su corazón y su mente volvían a la verdad que lo mantenía en paz espiritualmente: la promesa de que estaría eternamente con el Señor, reunido con 6 hijos fallecidos trágicamente, y el resto de su preciosa familia.

Podemos encontrar consuelo en el conocimiento de que disfrutaremos de la bendición permanente de Dios, con gozo perfecto por toda la eternidad. Por lo tanto, todos nuestros dolores terrenales son meramente temporales. No hay seguridad más reconfortante, incluso en medio de las penas más devastadoras y desgarradoras de la vida. El apóstol Pablo señaló que los cristianos a menudo experimentan tristeza, pero no se parece en nada a la tristeza de los que no tienen esperanza (1 Tesalonicenses 4:13).

Job, quien padeció tanto dolor, tomó refugio en la esperanza de futuras bendiciones: “yo sé que mi Redentor vive… Después que mi piel haya sido destruida, aun en mi carne veré a Dios” (Job 19:25-26).

Spafford, el autor del himno ESTOY BIEN, fue un ávido estudiante de las Escrituras. Su deseo de ser un hombre de Dios se reflejaba en todas sus actividades. Fue un amigo leal de D.L. Moody y otros lideres cristianos de la época. Continuó construyendo una sólida base espiritual. En su hogar amaba a su esposa, cuatro hijas y dos hijos.

A medida que tenía éxito en sus empresas comerciales, la Roca sobre la que edificó su fe resultaría más valiosa que cualquier posesión terrenal cuando perdió todo, debido al terrible incendió que arrasó la ciudad de Chicago en 1871. Tenía poco más de 40 años.

Su hijo murió de fiebre reumática pocos meses antes que su gran inversión en bienes raíces fuera destruida. Mas tarde, otro pequeño hijo falleció del mismo mal que afecta el corazón, porque en ese entonces no existía la vacuna para prevenirlo.

Planeó un viaje de consuelo a Europa para su familia, que coincidiera con una cruzada evangelizadora de su amigo evangelista D.L. Moody. A última hora tuvo que atender algunos asuntos en Chicago, de modo que envió primero a su esposa y cuatro hijas.

Desafortunadamente el barco fue embestido por un barco inglés y se hundió en 12 minutos. Sus cuatro hijas se ahogaron, y solo su esposa sobrevivió al desastre. Trató de abrazar fuertemente a la más pequeña, pero gritó desesperada al ver cómo desaparecieron las niñas con la resaca de olas que las llevó al fondo del mar. 

Horacio inmediatamente partió para reunirse con ella. El capitán del barco, viendo su profundo duelo, hizo una pausa en el viaje a través del océano para mostrarle a Spafford el lugar donde Bessie, Annie, Maggie y Tanetta se habían ahogado. Fue allí donde las “tristezas como olas del mar” inundaron su alma.

Escribió las palabras que han brindado profundo consuelo a generaciones de personas que enfrentan dolores insondables. Cantemos estas verdades, y apliquemos sus enseñanzas para recibir consuelo divino y adorar al Señor. 

Estoy Bien

#373 (CSG)

  1. De paz inundada mi senda esté

o cúbrala un mar de aflicción,

cualquiera que sea mi suerte, diré:

“Estoy bien, tengo paz, ¡Gloria a Dios!”

Coro:

Estoy bien, (Estoy bien,)

¡Gloria a Dios! (¡Gloria a Dios!)

Tengo paz en mi ser, ¡Gloria a Dios!

  1. Ya venga la prueba o me tiente Satán,

no amengua mi fe ni mi amor;

pues Cristo comprende mis luchas, mi afán,

y su sangre obrará en mi favor.

  1. Feliz yo me siento al saber que Jesús

libróme de yugo opresor;

quitó mi pecado, clavólo en la cruz;

Gloria demos al buen Salvador.

  1. La fe tornaráse en feliz realidad

al irse la niebla veloz;

desciende Jesús con su gran majestad,

¡Aleluya, estoy bien con mi Dios!

LETRA: Horatio G. Spafford, 1873, trad. Pedro Grado Valdés