Mi vida di por ti – 5 de Marzo de 2022

La asombrosa cruz 4

La humanidad que llevó Jesús contrastaba con los valores de las personas más influyentes de su época y la nuestra: la forma humilde en que Dios se hizo hombre y la impactante humillación de cómo murió, es desafío a nuestro orgullo.

HUMILDAD PERFECTA

Lucas 2:12 relata que unos pastores de ovejas fueron a Belén, asombrados por un mensaje de un ángel y encontraron al Mesías como un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, demasiado débil para levantar su propia cabecita. El Creador de las estrellas, encarnado como recién nacido, fue acercado al pecho de su madre. El que creó todas las cosas ahora dependía completamente de María y José. El nacimiento de Jesús es asombroso. La muerte de Jesús es impresionante. El amor inmenso, inconmensurable, inescrutable y perfecto de Jesús brotó en el clímax de su agonía cuando clamó: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).

Isaías 50:6-7 es una profecía de esa humillación y sufrimiento:

Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a los que tiraron de mi barba; No escondí mi rostro de burlas y escupitajos. Porque el Señor Soberano me ayuda, no seré deshonrado…

Sí, su sacrificio en la cruz fue voluntario, como vemos en el Evangelio de Juan:

Doy mi vida, solo para volver a tomarla. NADIE me la quita, sino que yo la pongo por mi propia voluntad. Tengo autoridad para ponerlo y autoridad para volverlo a tomar” (Juan 10:17-18).

LEA LUCAS 22:63 -65; 23:26-34

Visualiza estos eventos en tu mente e imagina el sufrimiento de Jesús. ¿Qué significa para ti lo que soportó por amor a nosotros? ¿Cómo deseas responder? 

El arte de pinturas y vitrales ha sido usado a través del tiempo como motivo de reflexión. Una quinceañera fue a Alemania para estudiar en un internado por un año. Tuvo la oportunidad de visitar el hogar de un profesor y vio un cuadro que representaba a Jesucristo coronado con espinas ante Pilato. En el borde de la obra leyó estas palabras: “Esto hice por ti, ¿Qué has hecho por mí?” La joven, Frances Havergal, con lágrimas en sus ojos, escribió lo siguiente:

 Mi vida di por ti

#198 (CSG)

  1. Mi vida di por ti, mi sangre derramé,

por ti inmolado fui, por gracia te salvé;

           por ti, por ti inmolado fui, ¿Qué has dado tú por mí?

  1. Mi celestial mansión, mi trono de esplendor,

           dejé por rescatar al mundo pecador;

           Sí, todo yo dejé por ti, ¿Qué dejas tú por mí?

  1. Reproches, aflicción, y angustia yo sufrí,

           la copa amarga fue que yo por ti bebí;

           reproches yo por ti sufrí, ¿Qué sufres tú por mí?

  1. De mí celeste hogar te traigo el rico don;

           del Padre, Dios de amor, la plena salvación;

           mí don de amor te traigo a ti, ¿Qué ofreces tú por mí?

           Frances R. Havergal, 1858,  trad. S.D. Athans

Cuando Juan el Bautista, enviado de Dios para abrir camino de arrepentimiento, vio a Jesús viniendo hacia él, dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Juan 1:29) Una revelación divina en el bautismo en agua de Jesús, resultó en que Juan clamara: Éste es el Hijo de Dios (Juan 1:34). En el tercer capítulo de Mateo, Juan el Bautista resalta la gran dignidad de Jesús. Después de 40 días de tentación en el desierto, comenzó tres años de ministerio, que terminaron en su sacrificio redentor en la cruz. 

                                    Digno es el Cordero

#234 (CSG)

  1. Digno es el Cordero que inmolado fue

          de tomar el reino, honra, gloria y prez;

          para abrir el libro nadie se encontró;

          él fue sólo digno: ¡Cante nuestra voz!

          coro

          A Jesús loor, a Jesús loor,

          a Jesús loor, porque él es digno;

          a Jesús loor, a Jesús loor, 

          a Jesús loor, porque él es digno.

  1. Digno es el Cordero que en la cruz murió

           por llevar el mundo cerca de su Dios;

           y donde reinaba densa oscuridad,

           él la luz del cielo vino a derramar.

  1. Digno es el Cordero, canten voces mil,

           que la humana raza vino a redimir;

           Digno es el Cordero: ¡Salvación a él!

           y al que está en el trono, hoy y siempre ¡Amén!

           Johnson Oatman, Jr. 1898

Reflexionemos acerca de lo que Jesucristo dijo en medio de su agudo sufrimiento en la cruz.

Las siete palabras

#205 (CSG)

1. ¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!                 Lucas 23:34

2. ¡Hoy estarás conmigo en el paraíso!                                         Lucas 23:43

3. ¡Mujer, he allí tu hijo…He allí tu madre!                                    Juan 19:26-27

4. ¡Dios mío, Dios mío, ¡por qué me has desamparado?             Marcos 15:34

5. ¡Tengo sed!                                                                               Juan 19:28

6. ¡Consumado es!                                                                        Juan 19:30

7. ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!                         Lucas 23:46