Porción tomada del devocional «Celebrando a diario con el Rey» de W. Glyn Evans (c) 1996 Libros Alianza (Libros Cali)
3 abril
Coqueteando con el mal
Nunca llegaré a ser un discípulo fuerte de Jesucristo, mientras no llegue a comprender bien mi relación con la maldad. La maldad no me puede afectar a mí como maldad propia hasta que yo lo permita. Por ejemplo, un cáncer es apenas una masa de células en mi cuerpo hasta que me deje vencer por el temor; así se convierte en maldad para mí. Jesús dijo de Satanás, “Viene el príncipe de este mundo y él no tiene nada en mí” (Juan 14:30). El maligno atacó a Jesús, vez tras vez, pero nunca logró avanzar. Eso debe ser mi ejemplo: no debo permitir que la maldad me invada, me viole ni me desmejore. Es más, ni siquiera debo pensar en hacer lo malo porque el amor “ni siquiera piensa en el mal” (1 Cor. 13:5 Trad. del autor). Así como el pecado comienza cuando se contempla la tentación, el camino al fracaso se inicia al pensar y meditar en la maldad.
Eso significa que ni siquiera puedo permitir que la maldad haga nido en mi mente o pensamientos. Por eso es tan importante esa “renovación de…entendimiento” de que nos habla San Pablo (Rom. 12:2). Una mente renovada le pertenece a Dios y él nunca permite que la maldad la perturbe. Claro que pensar piadosamente no es el resultado de un gran esfuerzo humano. En vez de tratarse de algún trabajo difícil de nuestra parte, más bien es dejarse llevar por el fluir de la inmensa corriente de Cristo en cada impulso de mi ser. Cuando eso suceda mi mente será renovada automática y constantemente.
Señor, ayúdame a no ser tan ingenuo como para creer que no exista la maldad. Debo siempre reconocer su existencia, pero jamás su autoridad. Es cuando me aparto de la maldad que puedo depender de tu ayuda, porque “Los ojos del Señor (*) están (siempre) sobre los justos; sus oídos están atentos a su clamor” (Sal. 34:15).
“Y cuando hayáis padecido por un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, quien os ha llamado a su eterna gloria en Cristo Jesús, él mismo os restaurará, os afirmará, os fortalecerá y os establecerá”
1 de Pedro 5:10
Himno: “Yo no quiero pecar”
•1. Yo no quiero pecar, yo no quiero errar;
Ofender a mi Dios, yo no quiero jamás.
Quiero andar en la luz que me da mi Jesús;
Más no quiero pecar contra Dios.
•2. Santamente vivir es la vida mejor;
Es la vida que agrada y deleita al Señor;
Santamente vivir es la vida mejor,
Es la vida que agrada al Señor.
Celebremos su Gloria # 429
LETRA: Alfredo Colom M., 1954, es arreg