Cuaresma – 30 de Marzo

Porción tomada del devocional «Celebrando a diario con el Rey» de W. Glyn Evans (c) 1996 Libros Alianza (Libros Cali)

30 de marzo

Creciendo en la soledad

Debo recordar que el mejor discípulo se forma en la soledad.  No puedo sucumbir ante la idea de hallar mi salvación en el grupo.  El mismo concepto del Cuerpo de Cristo en el Nuevo Testamento, indica que se compone de una variedad de individuos con identidades particulares.  Desde luego que existe una vida comunal, pero el hecho de participar en ella, no reemplaza el discipulado directo de la relación exclusiva con Dios. 

Los grandes héroes de la Biblia fueron personas solitarias.  Los que conocen profundamente a Dios no logran esa intimidad en cuanto al Dios de otros.  Por esa razón los creyentes verdaderamente espirituales siempre han sido considerados y tratados como “raros”.  A San Pablo se le acusó de “loco” (Hch. 16:24).  Aun sus mejores amigos no lograban comprender a Jesús.  Es fácil entender por qué los discípulos han sido “apedreados… aserrados… tentados…muertos a filo de espada” (Heb. 11:37), ¡hasta por personas “religiosas”!  

Me preocupo por tantas voces a mi alrededor que insisten en que el grupo es mi esperanza, mi salud y mi destino.  Hoy día parece que el grupo se ha convertido en un dios.  Pero Señor, cuanto más confío en otros, menos dependo de ti y el grupo se me convierte en tropezadero.  No me permite experimentar esa intimidad contigo que es necesaria si voy a ser verdaderamente tu discípulo.

Señor, debo ser muy valiente si aspiro entrenarme para ser tu discípulo.  Pero, en cuanto siento, en verdad, el llamamiento divino, vale la pena cualquier costo de aislamiento y soledad.  Según el mundo yo perderé, pero ¡qué bendiciones celestiales ganaré!  No existe mayor cumplido para los hijos de Dios que las palabras “de los cuales el mundo no era digno” (Heb. 11:38 RVR).

“Entonces Jehovah dijo a Moisés: -Sube a mí, al monte, y espera allí-”

Éxodo 24:12

Himno: “Firme Estaré

•1. Cristo guarda siempre, puedo en él
confiar; No me deja nunca,
puedo en él confiar, pues, cual la Roca
eterna de los siglos, Firme estaré.
Coro:
¡Nada, no, nada me ha de mover!
(¡No , nada!) ¡Nada, no, nada
me ha de mover! Pues, cual la Roca
eterna de los siglos, Firme estaré.

  1. Fuerte es Jesucristo, puedo en él
    confiar; Todo me ha provisto,
    puedo en él confiar, pues, cual la Roca
    eterna de los siglos, Firme estaré.
    •3. En la noche oscura, puedo en él
    confiar; Mi alma está segura,
    puedo en él confiar, pues, cual la Roca
    eterna de los siglos, Firme estaré.
  2. Muchos me abandonan, puedo en él
    confiar; Otros me engañan,
    puedo en él confiar, pues, cual la Roca
    eterna de los siglos, Firme estaré.
    Celebremos su Gloria # 432
    LETRA: Estr. John T. Benson, coro autor descon., es trad.