Porción tomada del devocional «Celebrando a diario con el Rey» de W. Glyn Evans (c) 1996 Libros Alianza (Libros Cali)
29 de marzo
No meterme en lo ajeno
Tal vez hay pocas cosas que causan tanto problema en la vida cristiana como el pecado del “ojo errante”. Si el ojo comienza a vagar, mi corazón no estará lejos. Pablo le dijo a Arquipo: “Mira que cumplas el ministerio que recibiste en el Señor” (Col. 4:17 RVR). Arquipo padecía de “ojo errante” cuyos síntomas son el corazón frío y la pereza.
Alguno de los antiguos puritanos escribió en la contraportada de todos sus libros: “¡No te metas en lo que no te importa!” Dios me ha dado una tarea que debo cumplir o me la quitará. Si miro con el ojo de la ambición tantas otras cosas interesantes o lucrativas que podría hacer, me estoy buscando el jalón de orejas divino. Ante todo me debo cuidar del ojo envidioso: “¡Vea lo que él está cosechando y lo poquito que tengo yo”! Sentir envidia es afirmar que Dios es injusto y ¡nada le disgusta más que tal acusación!
Jesús dijo de los fariseos, “Os digo que ya tienen su recompensa” (Mt. 6:2). Y así lo es. Puedo escoger las medidas de mi propio éxito, si así lo deseo, y las recompensas serán inmediatas. Pero no serán las recompensas divinas. ¡Cuánto mejor oírle decir, “Bien, buen siervo y fiel”! (Mt. 25:21). La fidelidad no contempla riqueza, fama ni grandes hazañas. Pero sí da lugar al mayor de los cumplidos: “Pusiste atención a tu tarea y ¡la hiciste!” La fidelidad es uno de los atributos de Cristo mismo (Is. 11:5), y debe caracterizar a aquellos sobre quienes descansa su Espíritu.
“Yo soy el Dios Todopoderoso; camina delante de mí y sé perfecto”
Génesis 17:1
Himno: “Junto a la cruz de Cristo”
- Junto a la cruz de Cristo yo quiero siempre estar,
Pues mi alma albergue fuerte
y fiel allí puede encontrar.
En medio del desierto aquí, allí encuentro hogar
Do del calor y del trajín yo pueda descansar. - Bendita cruz de Cristo, a veces veo en ti
La misma forma en fiel visión del que sufrió por mí;
Hoy mi contrito corazón confiesa la verdad
De tu asombrosa redención y de mi indignidad. - Oh, Cristo, en ti he hallado completa y dulce paz;
No busco bendición mayor que la de ver tu faz;
Sin atractivo el mundo está, ya que ando por tu luz;
Avergonzado de mi mal, mi gloria es ya la cruz.
Celebremos su Gloria # 207
LETRA: Elizabeth C. Clephane, 1872, trad. G.P. Simmonds.