Cuaresma – 28 de Marzo

Porción tomada del devocional «Celebrando a diario con el Rey» de W. Glyn Evans (c) 1996 Libros Alianza (Libros Cali)

28 de marzo

¿Disfruto del gozo del Señor o sigo con mi carga de pecado?

Señor, debo cuidarme con el fin de no poner demasiada atención al pecado y así terminar débil y exhausto.  Sé que, para mi bien, tú me haces sentir y ver la carga de mi pecado, con el fin de que lo confiese y me salga de él (Sal. 32:5, 1 Jn. 1:9).  Una vez lo confiese, no debo seguir enfrascado en lo que pasó. 

Nehemías tuvo la solución para un pueblo arrepentido: comer y compartir con otros y alabar al Señor, “porque el gozo de Jehovah es vuestra fortaleza” (Neh. 8:10).

Es necesaria la convicción del pecado, pero una continua carga de conciencia agota, al punto de terminar en la locura.  Por eso la convicción del pecado debe conducirnos de inmediato a la confesión y la alabanza.  La mirada hacia adentro para concentrarme en la pecaminosidad, deprime y desanima.  Debo evitar, como si fueran una plaga, aquellas personas que sólo saben arrastrar mis pensamientos hacia lo negativo y vil.  Muchas personas rechazan a Jesucristo porque sienten fastidio por los “cristianos” que no disfrutan de la liberación que Dios ofrece a los que confiesan su pecado.

Claro que nunca debo tratar el pecado a la ligera; pero tampoco merece dedicarle tanto tiempo, lugar y atención de modo que me esclavice.  Hay quienes parecen gozar de estarse examinando en su interior y sentirse muy pecadores.  Al pecado no le debo permitir sino el tiempo suficiente para que la redención divina haga su obra.  Estando limpio y sano, ¡no falta sino alabar, crecer y disfrutar de la fuerza y el poder de Dios en mi vida!  Dios quiere hijos libres y rebosantes de salud y no presos de los tentáculos del pecado.  “Bienaventurado aquel cuya trasgresión ha sido perdonada, y ha sido cubierto su pecado” (Sal. 32:1).

“¿Qué Dios hay como tú, que perdona la maldad y olvida el pecado del remanente de su heredad?  No ha guardado para siempre su enojo, porque él se complace en la misericordia”

Miqueas 7:18

Himno: “Me salvó, me perdonó

  1. Vagaba por el mundo sin fe, sin esperanza,
    No sabiendo que había un Salvador,
    Que, por librar mi alma de muerte y pecado,
    En el Calvario murió el Buen Pastor.
    Coro:
    // Me salvó, me perdonó,
    Mi Jesucristo me redimió. //
    Coro original: // Soy feliz, yo soy feliz,
    Desde que Cristo me redimió. //
  2. Cuando desalentado estoy en esta vida,
    Con el alma imploro al Salvador,
    Pidiéndole me mande del cielo su consuelo
    Para poder aguantar el cruel dolor.
  3. Eres, Jesús, el lirio que perfumó mi vida;
    Me libraste de toda iniquidad;
    Pusiste en mi boca un canto de alabanza;
    Es mi anhelo cumplir tu voluntad.
  4. Cerca de ti, oh Cristo, andar yo siempre quiero;
    Me ampara tu sacrosanto amor;
    Sin ti la vida es triste, muy llena de amarguras,
    Pero tú eres mi gran consolador.
    Celebremos su Gloria # 332

LETRA: Autor descon., Latinoamérica, s. 20, coro adap. Oscar López M.