Porción tomada del devocional «Celebrando a diario con el Rey» de W. Glyn Evans (c) 1996 Libros Alianza (Libros Cali)
24 de marzo
Porque me ama, Dios no me consiente demasiado
Debido a que soy tan débil, Dios me pone “en apuros” con cierta regularidad. Esos desconciertos me causan dolor e irritación. La disciplina divina es severa y difícil. Nunca nos consiente demasiado. Oí decir a una persona: Soy un hijo consentido de Dios. ¡Eso es imposible! ¡No existe tal en la familia de Dios! Al contrario, Dios cuenta con un inventario extenso y especializado de recursos para mantenernos humildes. ¡A nadie lo mima Dios demasiado!
¿Pero él nos ama? ¡Eso sí e infinitamente! ¿Y nos cuida? ¡Con toda seguridad y no pasa por alto ningún detalle! ¿Protegidos y preservados? ¡Sin lugar a duda ya que así lo prometió! ¿Pero consentidos y mimados? ¡De ninguna manera! A Dios le dolería tener hijos egoístas e indisciplinados. Además, él permite las humillaciones para nuestro bien. Merced a este proceso el creyente inmaduro llega a ser el fuerte y disciplinado soldado lleno de gracia. Convierte el orgullo falso en carácter firme y fuerte. Transforma al cobarde errante y temeroso en un magnífico ejemplo de santo. La vocación favorita de Dios es tallar santos en vivo; y de sus herramientas, el cincel favorito es la humillación.
Fue el apóstol Pedro quien dijo: Amados, no os sorprendáis cuando aparecen las aflicciones (1 P. 4:12 Trad. del autor). Señor, ayúdame para que las humillaciones que tú permites en mi vida no me hagan tambalear, ya que así es como obra un Dios cuyos caminos son inescrutables. Más bien sorpréndeme con ese amor que derramas sobre tus hijos cuando se encuentran desconcertados. Yo sé que tus humillaciones siempre terminan en honores: “Lo libraré (de la angustia) y lo glorificaré (el resultado natural)” (Sal. 91:15).
“Pero fiel es el Señor, que os establecerá y os guardará del mal”
2 Tesalonicenses 3:3
Himno: “Jesús me ama”
- Jesús me ama, vino a salvarme, Jesús me ama,
murió por mí; Por eso canto siempre,
“El me ama, Jesús me ama, mi Salvador”. - Yo era preso del vil pecado, yo era preso,
más me libró; Por eso canto siempre,
“El me ama, Jesús me ama, mi Salvador”. - Lo que merezco es el castigo, lo que merezco,
Jesús pagó; Por eso canto siempre,
“El me ama, Jesús me ama, mi Salvador”. - Ahora entrego mi vida y alma,
ahora entrego todo al Señor;
Por eso canto siempre,
“El me ama, Jesús me ama, mi Salvador”.
Celebremos su Gloria # 573
LETRA: August Rische, s. 19, trad. Roberto C. Savage.