Porción tomada del devocional «Celebrando a diario con el Rey» de W. Glyn Evans (c) 1996 Libros Alianza (Libros Cali)
22 de marzo
El éxito espiritual está en imitar
No le quitaré a Dios su derecho de escoger. Con frecuencia he dicho: “Fulano sería un buen cristiano”, o “Fulana sería una magnífica misionera”. Pero Dios no puede darse el lujo de aceptar mi selección de candidatos para trabajar en su campo de labor. Mi tendencia es querer mandar y administrar en los asuntos de Dios y no ser administrado por él.
Mi responsabilidad consiste en sembrar la semilla y no me corresponde hacerla crecer. O sea que debo permanecer “indiferente” (en el sentido de no dejarme abismar, deprimir o aplastar) en lo que tiene que ver con resultados, en particular cuando son aparentemente negativos. Jesús fue rechazado por el joven rico a quien él amaba; pero él supo ver aquel rechazo con aplomo (Mr. 10:17-23).
En nuestro mundo tan orientado hacia el éxito, debo asegurarme que no me conformo con el “éxito” como lo entienden los demás. El “éxito espiritual” no consiste en saber manejar las circunstancias. El verdadero éxito espiritual está en imitar: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Jn. 5:17 RVR). Esto es seguir el patrón que el Padre ha diseñado para mí.
El mayor peligro en mi vida espiritual es querer quitarle ese patrón a Dios para hacerlo de nuevo según mis gustos, disgustos y caprichos. El verdadero discípulo nunca se deja afectar por el virus de “si tan solamente”. No puede darse el lujo de sucumbir al “si solamente tal y tal hubiera sucedido”. Más bien acepta con gozo la palabra “elegidos conforme al previo conocimiento de Dios Padre” (1 P. 1:2), y no conforme al capricho mío ni al de ningún otro ser humano. “¿Quién es el hombre que teme a Jehová” (Sal. 25:12 RVR). Si mi respuesta es: “Yo sí”, entonces cuento con la promesa divina, “El le enseñará el camino que ha de escoger”. Selah, ¡meditemos en lo que esto significa para nuestras vidas!
“Porque dice a Moisés: Tendré misericordia de quien tenga misericordia, y me compadeceré de quien me compadezca”
Romanos 9:15
Himno: “A Jesucristo ven sin tardar”
•1. A Jesucristo ven sin tardar,
Que entre nosotros hoy él está,
Y te convida con dulce afán,
Tierno diciendo: “Ven”.
Coro: ¡Oh cuán grata nuestra reunión
Cuando allá, Señor, en tu mansión,
Contigo estemos en comunión
Gozando eterno bien!
- Piensa que él sólo puede colmar
Tu triste pecho de gozo y paz,
Y porque anhela tu bienestar,
Vuelve a decirte: “Ven”.
•3. Su voz escucha sin vacilar,
Y grato acepta lo que hoy te da;
Tal vez mañana no habrá lugar;
No te detengas, ven.
Celebremos su Gloria # 312
LETRA: George F. Root, 1870, trad. Juan B. Cabrera.