Porción tomada del devocional «Celebrando a diario con el Rey» de W. Glyn Evans (c) 1996 Libros Alianza (Libros Cali)
17 de marzo
Dando pasitos en la oración
Señor, ¡necesito aprender a perseverar en la oración! Hay muchas cosas que no recibo, como dice Santiago: “porque no pedís” (Santiago 4:2). Pero con frecuencia es “porque pedís mal” (v. 3); fallo cuando no oro con perseverancia.
Me llama la atención la oración de Abraham a favor de Lot, su sobrino (Gn. 18). Cuando llegó a cierto punto en su oración, “Jehovah se fue luego que acabó de hablar con Abraham” (v.33). La copa de la oración estaba llena. No había nada más que pedir. El Cielo había concedido la petición y sólo faltaba hacerla efectiva en La Tierra.
La copa de la oración se llena cada vez que oro de todo corazón y con perseverancia. O sea que en asuntos de oración cantidad es tan importante como calidad. Ahora comprendo porque tú dijiste “si dos de vosotros se ponen de acuerdo” (Mt. 18:19). Hay más oración cuando oran dos y mucha más oración cuando oran veintidós y todavía más cuando oran doscientos veintidós. Cuando la copa se llena y el Cielo accede a la oración, de inmediato el corazón se siente tranquilo. Es por esa razón que alguna vez he sentido cierta paz y confianza mucho antes de la respuesta a mi oración.
Pero Señor, la persistencia es bastante difícil para mí. Mi enemigo es la impaciencia que me lleva al desánimo y la desesperación. ¡Cómo necesito ver las cosas desde lejos, desde el punto de vista eternal! Mis pequeños pasitos en la oración se empeñan en conseguir respuestas; enséñame, Señor, que, con frecuencia, las respuestas instantáneas no forman parte del plan celestial. Tú me recomiendas no impacientarme ni quejarme sino “esperar en el SEÑOR” (Sal. 37:9). Son aquellos que esperan y confían en Dios y que ajustan su programa al itinerario divino, los que “heredarán la tierra” (v. 9b).
“Por nada estéis afanosos; más bien, presentad vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego”
Filipenses 4:6
Himno: “Dilo a Cristo”
- Cuando estés cansado y abatido, dilo a Cristo,
dilo a Cristo; Si te sientes débil,
confundido, dilo a Cristo el Señor.
Coro #1: Dilo a Cristo, dilo a Cristo,
él es tu amigo más fiel;
No hay otro amigo como Cristo,
dilo tan sólo a él. - Cuando estés de tentación cercado, mira a
Cristo, mira a Cristo; Cuando rujan
huestes de pecado, mira a Cristo el Señor.
Coro #2: Mira a Cristo, mira a Cristo, él es
tu amigo más fiel; No hay otro amigo
como Cristo, dilo tan sólo a él. - Cuando llegue la final jornada, fía en Cristo,
fía en Cristo; Te dará al cielo franca
entrada, fía en Cristo el Señor.
Coro #3: Fía en Cristo, fía en Cristo, él es
tu amigo más fiel; No hay otro amigo
como Cristo, dilo tan sólo a él.
Celebremos su Gloria # 490
LETRA: Jeremiah E. Rankin, 1888, es trad. MUSICA: Edmund S. Lorenz, 1888.