Porción tomada del devocional «Celebrando a diario con el Rey» de W. Glyn Evans (c) 1996 Libros Alianza (Libros Cali)
13 de marzo
Un cielo barato
Te pido perdón, Señor, por mi idea tan limitada del Cielo. Claro que siempre me he regocijado de que Jesucristo murió para que yo pudiera ir allá; pero tu Palabra me sigue martillando en cuanto a la diferencia entre tener ese derecho y/o de estar listo o preparado para lograrlo.
¿No fue eso lo que quiso decir Pablo: “Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella” – hablando del derecho – “para presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa que no tenga mancha ni arruga ni cosa semejante” (Ef. 5:25-27) hablando de estar preparado?
Una cosa es llegar al cielo “apenitas”, pero otra es llegar con todos los aplausos como vencedor. ¡Cuánto mejor! El derecho de entrar depende de lo que Jesucristo hizo por mí; el estar preparado depende de lo que yo le permita hacer en mí. Una fe sencilla (¡y eso es lo fácil!) me asegura el cupo en la Gloria; pero es sólo siguiéndole fiel y firmemente (¡allí está lo difícil!) que tengo “amplia y generosa entrada” (2 P. 1:11 RVR).
Confieso, Señor, que he sido uno de los que han “abaratado” tu gracia. He dejado que muchos piensen que con la misma facilidad con la cual aceptan a Cristo como Salvador, puedan también vivir la vida cristiana. La gracia divina no tiene nada que ver con la debilidad o la blandura, así como lo atestiguan las heridas del Calvario. La gracia divina nos abre paso, pero no nos convierte automáticamente en veteranos calificados. La gracia divina es apenas nuestra matrícula en la Universidad divina de la disciplina y la preparación; no es un tiquete para llevarnos a las mansiones celestiales en una carroza de flores.
¡Gracias Señor, por tu gracia! Sin ella, como seres terrestres, estaríamos perdidos y sin esperanza por siempre. No permitas que “echemos tu gracia a los cerdos” creyendo que nuestra entrada al cielo es a la vez nuestro diploma de graduación.
“Por esto están delante del trono de Dios y le rinden culto de día y de noche en su templo. El que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos”
Apocalipsis 7:15
Himno: “Él conoce mi camino”
•1. /// Mas él conoce mi camino, ///
¡Viva mi Redentor!
•2. /// Me probará y saldré como oro,///
¡Viva mi Redentor!
Celebremos su Gloria # 442
LETRA: Basada en Job 23:10. y 19: (Felipe Blycker J.)