Porción tomada del devocional «Celebrando a diario con el Rey» de W. Glyn Evans (c) 1996 Libros Alianza (Libros Cali)
11 de marzo
Limpios ante el Señor
Señor, deseo aprender todo lo necesario para estar bien parado ante tu presencia. Hasta ahora me he deleitado en saber que en Cristo estoy justificado y aceptado por el Amado. Esta verdad me ha sido de mucha fortaleza y consuelo. Pero Señor, tú me has estado hablando de mi responsabilidad como persona ante tan gran bendición.
Mi condición en Cristo significa que mis pecados están perdonados; y esto, sin ningún esfuerzo de parte mía. Pero hay otro sentido en que sí me encuentro responsable ante ti de rendir cuentas. El profeta Elías hablaba del Señor como Aquel “en cuya presencia estoy” (1 Reyes 17:1 RVR). Esas palabras me impactan. Pensar que mi posición en Cristo no es lo mismo que mi comisión como su siervo, es algo que me asusta y me asombra. Mi posición en Cristo me pone a Paz y Salvo en todo lo que se relaciona con mi pasado de pecado, pero la comisión de ser su discípulo exige mi obediencia. Y por supuesto, no puedo ignorar la comisión si ya soy beneficiario de esa nueva posición en el Señor.
¡Y pensar en las exigencias que conlleva esa comisión! Tú dijiste al patriarca Abraham: “Anda delante de mí y sé perfecto” (Génesis 17:1). Yo sé que la “perfección” es tu medida ideal para mi vida, Señor. Deseas que el cumplimiento de mi comisión sea sin tacha y sincera. Mi servicio podrá ser aceptable solamente si tengo “las manos limpias y el corazón puro” (Sal. 24:4).
Comprendo lo que esto implica para mí, Señor. Tú no aceptas que tus hijos estén amparados en la obra redentora de Cristo en la Cruz y a la vez cumpliendo su comisión en forma mediocre y descuidada. ¡Mil veces NO! Nos llamas a cuentas por la forma como vivimos, como usamos nuestros talentos, tiempo y energía. Debemos enfrentar al enemigo, no pesados, dormidos, sino fortalecidos de haber estado en la presencia de un Dios Santo. ¡Gracias Señor! ¡Tú me animas! “Por tanto.. yo te restauraré, y delante de mí estarás; y…serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos” (Jeremías 15:19 RVR). Esa posición es indispensable, así como lo es la restauración divina que hace posible el discipulado.
“¿Qué pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿Quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo…¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:31-32)
Himno: “Satúrame, Señor”
•1. Satúrame, Señor, con tu Espíritu;
Satúrame, Señor, con tu Espíritu,
// Y déjame sentir el fuego de tu amor
Aquí en mi corazón, oh Dios. //
•2. Bendíceme, Señor, con tu Espíritu;
Bendíceme, Señor, con tu Espíritu,
// Y déjame sentir el gozo de tu amor
Momento tras momento, oh Dios. //
- Envíame, Señor, con tu Espíritu;
Envíame, Señor, con tu Espíritu,
// Y déjame sentir tu corazón de amor
Y al mundo proclamarlo, oh Dios. //
Celebremos su Gloria # 266
LETRA: Estr. #1 Autor descon., estr. # 2-3 Comité de Celebremos, 1991.