Porción tomada del devocional «Celebrando a diario con el Rey» de W. Glyn Evans (c) 1996 Libros Alianza (Libros Cali)
7 de marzo
Una vida superior
Debo recordar que Dios me ha llamado a vivir una vida “superior” en vez de una vida de éxito. El “éxito” es algo que se me sale de las manos, pero en cambio, es importante ponerle mucha atención en superar. Si mi justicia no supera a la de los escribas y fariseos, no entraré… (Mateo 5:20).
Mi Maestro no vino a La Tierra para competir con lo “mejorcito” que había, sino con el fin de producir “Calidad para Exportación” al cielo. Él no pide que sus discípulos estén a nivel de lo mejor de La Tierra; Dios nos quiere para las glorias del Cielo. ¿De qué sirve mi discipulado si el pagano del Sócrates supo enfrentarse al martirio mejor que yo? ¿De qué me sirve Cristo si el politiquero del Marco Aurelio supo resignarse mejor a sus circunstancias que yo? ¿En qué soy mejor espiritualmente si mi vecino que no conoce a Cristo vive más tranquilo y sereno que yo?
Jesucristo se especializó en superlativos. Como decía en México el hermano Federico Huegel: – El creyente santo es la flor más hermosa. – Sin embargo hay muchos creyentes que fallan, confundiendo el éxito según los valores del mundo con una vida superior. Los dos pecados de Israel fueron: olvidar a Dios y no glorificarle. Muchos israelitas no fueron idólatras pero se podría decir lo mismo de algunos gentiles. El pecado de la Iglesia de Laodicea fue lo que el mundo considera tan atractivo: equilibrio, complacencia y tolerancia, exactamente lo que Jesucristo juzga repugnante.
Yo debo obrar de mejor manera: como una fuente rebosante y no como un lago estancado. A igual que Noé, mi ejemplo de justicia y santidad debe hacer que los injustos se sientan heridos, reprendidos y avergonzados. Si el mundo no me envidia, captando que vivo en un plano contrario al suyo, seguramente yo no soy un buen discípulo de Cristo Jesús. La vida cristiana suscita antagonismo y desprecio en algunos, pero produce en otros una sed desesperante de esa vida nueva que Dios está formando en mí. Y eso lo puedo lograr a través de “Cristo Jesús, a quien Dios hizo para nosotros sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Cor. 1:30).
“¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”
Job 1:8 (RVR)
Himno: “Santo, santo, grande eterno Dios”
- ¡Santo, santo, grande, eterno Dios!
Con alegría hoy te alabamos,
Rey de reyes, grande Capitán,
Todopoderoso Guerrero.
Honor y gloria, luz y dominio,
Tributaremos todos a ti.
Coro:
¡Santo, santo, eres tú, Señor!
¡Dios de las batallas, glorioso!
2.Alabadle cielos, tierra y mar,
Toda su Iglesia, sus mensajeros;
Alabanzas, cantos de loor, hoy unidos elevaremos.
Juez majestuoso y reverendo,
Fuego y vida eres, Señor. - Rey de siglos, solo eterno Dios,
Veraz y justo, incomprensible;
Inmortal, Autor de todo bien,
Eres tú el Anciano de Días.
Y para siempre entonaremos
El canto eterno de redención.
Celebremos su Gloria # 3
LETRA: Fanny J. Crosby, 1869, trad. H. C. Ball.