Porción tomada del devocional «Celebrando a diario con el Rey» de W. Glyn Evans (c) 1996 Libros Alianza (Libros Cali)
28 de febrero
Cómo no sentirse ofendido con Jesús
Las enseñanzas de Jesucristo algunas veces son difíciles de entender. Por ejemplo: “Si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn. 6:53). Obviamente no esperaba que se acercaran con un propósito antropófago. ¿Por qué habló en forma simbólica y por medio de parábolas? ¿A propósito ofendía a los fariseos que tropezaban en su oscuridad espiritual? Jesucristo tuvo también discípulos tan torpes e insensibles como ellos. Por eso él tuvo que probarlos. La prueba trata siempre de esto: ¿en qué momento rechazo lo que Jesús me dice para más bien sentirme ofendido? En ese momento retrocedo y dejo de caminar con él.
Sea que me guste o no, siento que Jesús busca ocasiones para convertirse en ofensa. Si me ofendo es prueba de que soy un discípulo infiel. Por el contrario, si no me ofendo, es porque le soy fiel. Esa relación de tensión siempre se hace necesaria cuando se busca enseñar o adiestrar mentes y vidas. En el aula, el maestro es como un contradictor, así como lo es el sargento militar o el entrenador de campeones. Donde hay amor, esa tensión se hace cada vez mayor, ya que el amor siempre anhela el crecimiento del amado.
Jamás tendré amo tan exigente como Jesucristo. Las voces del mundo, la carne y el diablo son dulces y seductoras. Me susurran suavemente: Aprovecha hijo, disfruta, come, bebe, alégrate. Por esa razón el predicador dijo sabiamente: “Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete” (Ec. 7:2 RVR). “Ir a la casa del banquete” significa simbólicamente el llevar una vida superficial, enfocada en la satisfacción de los deseos de la carne. Es fácil y no requiere ningún sacrificio (1 Tim. 5:6). En cambio “la casa del luto” es la vida en el Espíritu, que ha crucificado la carne con sus malos deseos (Gal. 5:16,24). Es ser formado y moldeado a imagen divina, por la disciplina constante, dura y difícil. Todo cristiano debe escoger entre guardar su vida para perderla; o perderla a favor de Jesucristo para volverla a encontrar más adelante. ¡Cuánto agradezco la ayuda de Dios en este mundo! Él produce en mí así el querer como el hacer, por su buena voluntad (Fil. 2:13).
“Entonces Jesús dijo a los doce: -¿Queréis acaso iros vosotros también?- Le respondió Simón Pedro: -Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”
Juan 6: 67-68
Himno: “Oh, Dios mi soberano Rey”
•1. Oh, Dios mi soberano Rey, a ti daré loor;
Tu nombre yo ensalzaré, santísimo Señor.
•2. Tus obras evidencia son de infinito amor;
Y cantan con alegre voz tu gloria y honor.
•3. Tu mano veo por doquier en cielo, tierra y mar;
La creación inclínese tu honra a proclamar.
- Elevo a ti mi corazón en alabanzas hoy;
Por todo lo que has hecho, Dios, mi adoración te doy.
Celebremos su Gloria # 36
LETRA: Estr. # 1 -2 Autor descon., # 3-4 Comité de Celebremos, 1991.