Porción tomada del devocional «Celebrando a diario con el Rey» de W. Glyn Evans (c) 1996 Libros Alianza (Libros Cali)
25 de febrero
Restaurando lo que se comió la langosta
Señor, te doy gracias porque tú eres el Maestro de lo que ya no se puede cambiar. Me acuerdo de la plaga de langosta que acabó con las cosechas hebreas en los tiempos de Joel. Y tú te atreviste a llamarla “mi gran ejército que envié contra vosotros” (Joel 2:25).
Señor, enséñame la lección de la langosta. Quiero aprender que tú también eres un Dios “acábalo todo”. En la vida suceden muchas cosas que no se pueden cambiar. La cosecha que se comieron las langostas fue una cosecha perdida. El año que se tragaron las langostas fue un año perdido. Los meses (o años) que pasó el hijo pródigo en tierra lejana fueron meses perdidos. Oí una vez a un hombre exclamar entre gemidos, “¡Dios mío, te estoy trayendo los escombros de mi vida”! Es cierto que sus primeros años fueron años perdidos. Los treinta y ocho años que pasó Israel en el desierto fueron años perdidos y así también toda esa generación que murió.
Señor, tantas personas han tomado decisiones equivocadas que han resultado en pérdida: el que no quiso obedecer el llamado a servir a Dios en el ministerio o en otra profesión, el joven que se casó con la señorita que no era, el que siguió una carrera equivocada. Señor mío, ¿no tienes algo para decirles?
“Yo os restituiré los años que comieron…la langosta” (Joel 2:25). Dios es el gran restaurador. Pero ¿cómo? ¿Cómo puede él cambiar lo no cambiable y evitar lo inevitable? ¡Todo se logra con el tiempo!
Al otro año se sembró la semilla y hubo gran cosecha. O sea que en sólo un año desapareció todo rastro de la langosta. Cuando Jesús sanó al paralítico hizo desaparecer treinta y ocho años de debilidad irreversible. Hizo revertir el proceso de lepra en el leproso, de pecado en Zaqueo, de muerte en Lázaro. Jesús es el gran “revertidor”. Hace que el tiempo se recupere y que la carne de Naamán sea como la de un niño. En sus manos lo irreversible se revierte y llegamos a comer lo que la langosta no puede dañar. Señor, hazlo también así conmigo.
“El que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y de misericordia”
Salmos 103:4
Himno: “Lluvias de gracia”
- Dios nos ha dado promesa:
lluvias de gracia enviaré,
Dones que os den fortaleza; gran bendición os daré.
Coro: Lluvias (lluvias) de gracia,
lluvias pedimos, Señor;
Mándanos lluvias copiosas,
lluvias del Consolador. - Cristo nos dio la promesa
del Santo Consolador,
Dándonos paz y pureza, para su gloria y honor. - ¡Oh Dios, a todo creyente
muestra tu amor y poder!
Tú eres de gracia la fuente; llena de paz nuestro ser. - Obra en tus siervos piadosos
celo, virtud y valor,
Dándonos dones preciosos,
dones del Consolador.
Celebremos su Gloria # 251
LETRA: Daniel W. Whittle, 1883, trad. W. S. Scott.
Amén muchísimas gracias ?