Porción tomada del devocional «Celebrando a diario con el Rey» de W. Glyn Evans (c) 1996 Libros Alianza (Libros Cali)
24 de febrero
Gozo Santo
Señor, quiero aprender de ti para poder disfrutar sanamente de la vida. La risa humana suele basarse en lo que es anormal o en lo que nos parece ridículo como, por ejemplo, la persona flaca que come una tremenda comida o el gordo que es incapaz de inflar un pequeño globo. Pero tus sonrisas, Señor, tienen que ver con lo que es absurdo. Al predicador C.H. Spurgeon le daba risa pensar en un ratoncito egipcio preocupado por la posibilidad de que en graneros de José se acabara el grano. Sara se reía al pensar en lo absurdo que sería que una mujer de su edad concibiera y diera a luz un hijo (Gen. 18:12). Lo mismo le sucedió a Abraham.
El gozo santo es el resultado de tener una fe fuerte y robusta. Y creer en la Palabra de un Dios todopoderoso que hace que nuestros pobres problemas humanos se vean como simples absurdos. La sonrisa santa es mucho más que un buen sentido del humor. Es un don que viene de tener buena vista espiritual. Un sentido del humor puede ser mundano y cruel, en cambio la sonrisa santa viene con una visión agudizada espiritualmente. Es la capacidad de ver toda la serranía divina por encima del llano de nuestra fragilidad humana.
Con el gozo santo disfrutamos también de una mejor perspectiva en cuanto a nuestras circunstancias. Lo que Dios nos manda hacer es a veces tan poco usual que nos toma por sorpresa. De aquella “sorpresa” de ver la diferencia entre lo que nosotros teníamos pensado y lo que Dios quiere que hagamos, proviene una risa santa. De pronto la diferencia se nota cuando Dios nos pide un sacrifico o un ayuno que podría parecer penoso y resulta maravilloso. En vez de malestar por una incomodidad física pasajera, produce gozo el deleite de su recompensa y comunión. ¡Qué sorpresa!
Señor, gracias mil por tantos ratos a menos que tú me has permitido. ¡Que jamás suceda que yo deje de gozar de claridad de vista, de ti y de mí mismo!
“Entonces nuestra boca se llenará de risa, y nuestra lengua de alabanza; entonces dirán entre las naciones: grandes cosas ha hecho Jehová con éstos”
Salmos 126:2
Himno: “Hallé un buen amigo”
- Hallé un buen amigo, mi amado Salvador;
Contaré lo que ha hecho él por mí;
Hallándome perdido e indigno pecador,
Me salvó y ya me guarda para sí.
Me salva del pecado, me guarda de Satán,
Promete estar conmigo hasta el fin. (¡Aleluya!)
El consuela mi tristeza, me quita todo afán;
¡Grandes cosas Cristo ha hecho para mí! - Jesús jamás me falta; jamás me dejará;
Es mi fuerte y poderoso Protector.
Del mundo yo me aparto y de la vanidad
Para consagrar mi vida a mi Señor.
Si el mundo me persigue, si sufro tentación,
Confiado en Cristo puedo resistir. (¡Aleluya!)
La victoria me es segura, y elevo mi canción:
¡Grandes cosas Cristo ha hecho para mí! - Yo sé que Jesucristo muy pronto volverá,
Y entre tanto me prepara un lugar
En casa de su Padre, mansión de luz y paz,
Do el creyente fiel con él ha de morar.
Llegando a la gloria, con él yo estaré;
Contemplaré su rostro siempre allí. (¡Aleluya!)
Con los santos redimidos gozoso cantaré:
¡Grandes cosas Cristo ha hecho para mí!
Celebremos su Gloria # 327
LETRA: Charles W. Fry, 1881, trad. Enrique S. Turrall.