Cuaresma – 17 de Febrero

Porción tomada del devocional «Celebrando a diario con el Rey» de W. Glyn Evans (c) 1996 Libros Alianza (Libros Cali).

17 de febrero

A todos nos hace falta una zarza ardiente.

Jamás olvidaré, Señor, lo que significa la zarza ardiente. ¿Qué fue lo que le significó a Moisés? Exactamente lo que tú habías dicho. “Esto te servirá como señal de que yo te he enviado” (Ex. 3:12). ¡Una señal! ¿Cuántas veces, Señor, tú me has hablado también por medio de una señal? Tal vez nunca en forma tan dramática como un arbusto ardiendo que no se consumía, pero de todas formas fueron señales y avisos, ya que lo importante no es el aviso en sí, sino lo que señala. Tus avisos siempre me han señalado a aquel Todopoderoso de la zarza ardiente. El Dios de la zarza llegaría a ser el Dios del Éxodo y luego el del Mar Rojo.

Moisés pudo lograr maravillosas hazañas porque creía en ese Dios. Y creyó, porque había visto la zarza. Fue la experiencia de la zarza la que dejó puestas las bases para su fe. “Si Dios pudo hacer eso, entonces…”

Todo lo que hace Dios en nuestras vidas tiene como fin dejar los cimientos para que nuestra fe pueda crecer. Por esa razón yo también necesito de mi zarza personal. La experiencia de otro sólo me sirve de incentivo. Pero el incentivo en sí de nada me sirve si no me conduce hasta una experiencia con mi propia “zarza”, por medio de la cual la realidad espiritual se convierte en convicción.

Cada hijo de Dios precisa de su “zarza ardiente”, experiencias de modo, de tiempo o de lugar, en las cuales Dios es tan real que ya no queda duda ni titubeo ni rebeldía. Jamás volverá a sentir o a ser igual. Su vida experimentará pruebas, cargas y aflicciones como la de Moisés, pero también disfrutará de victorias y triunfos.

La zarza ardiente nos habla de un Dios tan real que nos desafía a creer en él.

“Estando convencido de esto: que el que en vosotros comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús”

Filipenses 1:6

Himno: “Al Dios de Abraham, loor”

  1. ¡Al Dios de Abraham, loor! su nombre celebrad;
    ¡Al que era, es, y aún será, magnificad!
    El solo, eterno Dios, de todo es Creador:
    Al único Supremo Ser cantad loor.
  2. ¡Cuán libre y sabio es su Espíritu al obrar!
    Su voz por el profeta aún nos quiere hablar.
    En todo corazón su ley escrita está;
    Es inmutable y siempre fiel
    en tierra y mar.
  3. La vida infundió en cada humano ser.
    Su amor, amparo nos será sin fenecer.
    ¡Al vivo Dios, loor! su nombre celebrad;
    ¡Al que era, es, y aún será, magnificad!
  4. Al Padre celestial, a Cristo el Redentor,
    Y al eternal Consolador, cantad loor.
    Cristianos, ensalzad su gracia y su bondad;
    Al trino Dios de Abraham hoy alabad. Amén.
    Celebremos su Gloria # 15
    15
    LETRA: Estr. # 1-3 Thomas Olivers, 1770, bas.en Yigdal de Daniel ben Judah, 1404, trad. G.P. Simmonds, estr. # 4 Comité de Celebremos