Oración de una oveja entristecida

En este tiempo de pandemia te imploro, Dios Creador y Sustentador del universo, nos extiendas tu mano consoladora para fortalecernos.

Nos sentimos como ovejas impotentes y pequeñas ante la furia de la naturaleza y nos acosan cuadros mentales aterradores del posible sufrimiento propio y el dolor ajeno. Nos conmueve saber de familias destrozadas por la pérdida de sus seres queridos. No encuentro palabras para expresar adecuadamente mi dolor. Clamo: Dios mío -¿Por qué nos has abandonado?

Luego recuerdo al santo Job, quien dijo:

“El hombre, nacido de mujer, corto de días, y hastiado de sinsabores, sale como una flor y es cortado y huye como la sombra y no permanece… Mas yo hablaría con el Todopoderoso…He aquí, aunque él me matare, en él esperaré…y él mismo será mi salvación”.

Job 14:1,2; 13:3,15, 16

– Dios Todopoderoso, tú me has invitado a acercarme a tu trono de gracia, así, con confianza te presento mis inquietudes. Pido tu fortaleza y auxilio por:____ y ____.

– Por los que atienden enfermos, dales tu protección y fuerza.

– Por los familiares de todos los profesionales de la salud, y demás oficiales y funcionarios en riesgo.

– Por los que no encuentran ni un bocado de comida para sus hijos, sufriendo desempleo.

– Señor ¡Hay tanta tribulación en este mundo!  Nos advertiste en tu Palabra que así sucedería, diciendo también, Mirad, perseverad, orad, velad (Mateo 24). Danos tu gracia para hacerlo en los momentos difíciles.

Recuerdo a las familias que cuidan niños, y ancianos que padecen afecciones mortales. Te ruego por____ y____ en este pandemia de COVID-19.

Haz que al comprobar que esta vida es incierta, también recordemos que tú eres “nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto no temeremos, aunque la tierra sea removida.. aunque bramen y se turben sus aguas… Nuestro refugio es el Dios de Jacob”. Nos dices:

“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”.

Salmo 46

Sé que el aumento de desastres naturales es señal de la pronta venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Lucas 21:28). Gracias por tu consuelo mientras ese día llegue. Amén.